Curso I_cuarta crónica



El curso I continúa su exploración, en torno a la tipología de vivienda. La casa, junto con el colegio, son los espacios que acaparan la mayoría de los tiempos de nuestros arkitxikis. Por ello seguimos investigando en profundidad estos temas ciudadanos y revelando aspectos parciales de la edificación, antes de entrar en las cuestiones urbanísticas de la ciudad.


Con el taller Sal al balcón, salseamos con los huecos de nuestras edificaciones. Jugamos con los patios y ventanas, que hacen permeable al edificio y lo ponen en relación con su entorno, atrayendo las bondades del sol, las vistas y la ventilación a los hogares.
La graduación de esas luces solares, se pone de manifiesto en los diferentes filtros, con los que tratamos las luces directas, en forma de contraventanas, cortinajes... aportando a los espacios interiores justo lo que necesitamos en cada momento del día.  Los huecos en arquitectura son sofisticados, como lo son nuestros propios ojos, que cuando queremos, nos dejan ver y cuando no, se tornan impermeables y opacitan completamente la visión.


También las cubiertas son geniales a la hora de enfrentarse a la climatología y buscan en cada lugar del mundo las pendientes y los materiales más apropiados para adecuarse al entorno. Sus formas, siempre expresivas, nos recuerdan a los sombreros, que más allá de las modas adoptan tradicionalmente, en cada lugar del mundo, formas que los hacen típicos.


El catálogo de formas de los sombreros y las cubiertas es casi infito y dan pie a pensar en infinitas hipótesis. Cubiertas planas, curvas, invertidas, a dos aguas, a cuatro... como sombreros de ala ancha, bombines, pamelas, txapelas o gorras nos cuentan a golpe de vista, a qué condiciones atienden y a que clima se enfrentan. Nosotr@s nos pusimos las cubiertas de sombrero y jugamos a capricho con las formas y sus materiales.


En el siguiente taller del ritmo, trató como viene siendo habitual, de relacionar la arquitectura con otro arte que comparte las mismas bases de composición que la arquitectura. La música, se compone en base a ritmos y medidas, armonías y demás. Hubo un tiempo en que la base fue común, antes de que los lenguajes arquitectónicos abandonaran su discurso, por la postmodernidad, casi fueron lo mismo en términos estéticos. La música como una arquitectura líquida, utiliza a la arquitectura como caja de resonancia; en el taller del ritmo, musicamos nuestras composiciones con metalófonos, y con máquinas sonoras, nos adentramos un poco también, en el mundo del ruido inarmónico, haciendo un eco de la nueva arquitectura.


Matrioska House, es un taller bonito para tomar conciencia de donde estamos situados en la arquitectura. Al igual que en el relato ruso, del constructor de muñecas, donde Matrioska contiene a Trioska, esta a Oska y a su vez encuentra un límite en Ka, o más bien impone un límite pintándole un bigote a la más pequeña para desalentar su deseo de ser Ama; partimos del habitante en su habitación, que habita al interior de un piso, que es albergado por una casa, que pertenece a un complejo mayor... La casa como matrioska nos saca de nuestras casillas y nos abre los ojos a un mundo complejo. Es el mundo de las esferas de Sloterdijk, que comienza con la primera esfera que es la placenta y va atravesando, una tras otra, más esferas vitales hasta comprender el cosmos. Esperamos que con la confirmación de la inflación del Big Bang, no se nos venga abajo la teoría porque el taller es hermoso y divertido y amplifica la visión del entorno construido!


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